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Nueva temporada
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Disfrutar del Mediterráneo en calma es maravilloso. Sus tonalidades, desde el turquesa muy suave hacia una paleta de azules de más celeste a más intenso, y esa transparencia capaz de dejarte ver el fondo desde la superficie, aunque esté a muchos metros de profundidad, son una fiesta para los ojos.
Sigue leyendo «De la recalcitrante fisiología»La oscuridad absoluta de la noche es el momento apropiado para lo extraño, lo inquietante y a veces hasta lo terrorífico.
Sigue leyendo «De crueles, diminutos y perversos»Eran lejanos tiempos de tierna juventud cuando nos reuníamos en pandilla los fines de semana para, entre otras cosas, hacer el ganso por el mundo, construir carrozas para las fiestas del pueblo y montar partys en casa del comandante del helipuerto, por mor de nuestra amistad con dos de sus hijos.
Sigue leyendo «De viejas incorrecciones politicas»Los primeros días no me daba cuenta de la situación, no me percataba de la curiosa coincidencia, de hecho para mí hubiese sido nada sorprendente si hubieran sido diferentes, pero parece que no, que es la misma la que me espera a diario en las agradables aguas de mi Mediterráneo, a la altura de lo que fuera antiguamente el poblado neolítico de Las Amoladeras.
Sigue leyendo «De amores molestos y perniciosos»Se llamaba Agnes. La recuerdo menuda y alegre, de atractivo talle, tez morena, rizados cabellos oscuros, boca apetecible y ojos almendrados.
Sigue leyendo «Del valor «machote ibérico de luxe»»Hoy es domingo de Pentecostés, así que esta madrugada me senté plácidamente en el relax a pensar el tema sobre el que escribir aquí esta mañana, con un espejo delante que reflejara mi imagen y un extintor a mano, por si se me coloca una lengua de fuego sobre la cabeza… con el peligro de incendio que supone algo así en tiempos de sequía.
Sigue leyendo «De musas y seducciones»Cuatro y doce de la madrugada. Aún no he podido conciliar el sueño. La sábana está cuidadosamente doblada a los pies de mi cama y el ventilador del techo me envía una suave caricia fresca que recorre la cara anterior de mi cuerpo. La oscuridad es casi absoluta, sólo el minúsculo led verde del alumbrado de emergencia del distribuidor aporta una casi imperceptible claridad que se difumina y pierde en el espacio.
Sigue leyendo «De morros y castigos»Agosto de 1982. Aunque yo siempre llegaba de los primeros para poner en orden los discos de la velada, programar las luces y dejar libres los espacios que necesitaría durante la noche para hacer mis cambios, ella siempre estaba allí antes que yo, como demostrando su lealtad y cariño inconmesurables.
Sigue leyendo «Del seductor inexperto»—Y tras la brillante disertación de nuestro colega vamos a hacer una pausa de quince minutos para un café que se servirá en el salón Hanói de la primera planta.
Aún no había terminado el maestro de ceremonias de anunciar la pausa cuando el grueso de los asistentes al congreso ya se estaba dirigiendo, en forma de masa vociferante, a las puertas laterales que conducían hasta el Salón Hanói, la chillona y recargada cafetería del hotel. Siempre me asombra el momento en que, a pesar de su apariencia de importantes hombres de negocios, cuando el evento regala algo se lanzan desesperados a pillar su dosis. ¡Qué mal deben comer en sus casas para mostrar tanta puerilidad por un simple café!
Yo me sentía embotado, lento de reflexión, por no hablar de la sensación de nausea y los sonidos que provocaba el vacío en mi aparato digestivo, por lo que tomé la dirección contraria, me alejé caminando hacia las puertas centrales, crucé el recibidor y me adentré en la inquietante rotación de la puerta principal hasta que su giro me puso en la calle. He de reconocer que cuando llegué al hotel a primera hora de la mañana observé que a escasos ciento cincuenta metros había un local de aspecto atractivo y con pinta de servir buen café y unos mini croissants de esos como los Manolitos en Madrid o los del París Toujours, con su puntito dulce o salado. Como suelo hacer, mi lugar de desconexión lo elijo yo y siempre lo decido de antemano. Tuve suerte, a pesar de la hora el local escogido estaba deliciosamente tranquilo y todo hacía pensar que disfrutaría de un sosegado tentempié.
—Por favor, un expresso solo y tres minis completos —pedí con el tono de neutra apatía que me invade cuando no me encuentro del todo bien y preciso una recarga intensa de batería.
—En seguida, pero antes permítame preguntarle ¿Es usted muy aficionado al café? Lo digo porque acabamos de recibir un lote de auténtico kopi Iuak y se lo recomiendo encarecidamente.
—¡Auténtico kopi Iuak! ¡No-me-di-ga! —repetí silabeando para remarcar un falso énfasis y que llamara aún más la atención recuperar el tono de neutralidad apática para decir—, ni remota idea ¿qué tiene eso de especial?
—Pues porque su proceso de elaboración logra reducir el amargor y la acidez al café, lo que le proporciona un sabor y un aroma mucho más atractivo.
—Vaya, suena bien. De acuerdo, póngamelo, no me queda mucho tiempo.
El camarero entró en la trastienda donde está el obrador y salió con mis tres pequeños croissants sobre una servilleta en una tabla que depositó frente a mí. Rocé los pastelillos con la punta de los dedos y confirmé su temperatura, recién horneados; me asaltó la necesidad de hincarles el diente sin espera, pero el proceso de preparación del café había comenzado y me obligué a atender las diferencias de elaboración del brebaje desconocido. Las variaciones me intrigaron, porque la dosis de café no salió del depósito que alimenta el triturador de la gran cafetera al otro lado de la barra sino que la extrajo con un cacillo de otro recipiente más pequeño y separado del conjunto; también la trituró aparte, en otro molinillo independiente, e incluso realizó la infusión en una pequeña cafetera semi escondida bajo la principal. Supuse que un café tan especial necesitaba de un instrumental concreto y no del “aparataje” común.
—¿Azúcar, sacarina o estevia?
—Creo que ya no recuerda que le pedí expresso y sólo.
—Cierto, tiene usted toda la razón —y depositó mi café y una cucharilla sobre el mostrador.
—Puede retirar la cucharilla. No la necesito —el camarero se la llevó al momento—. Como tengo poco tiempo ¿le importa traer ya la cuenta y vamos aventajando?
—En seguida —y se dio la vuelta para teclear en su TPV—. Son 87,50.
—¿Está usted de broma? —en ese momento perdí el tono apático completamente.
—No señor, discúlpeme si le he molestado. Es el precio de su consumición.
—¿Cómo va a costar eso un café y tres mini croissants? ¿Sería tan amable de diferenciar el precio de cada concepto, por favor? —la irritación comenzaba a hacerse visible.
—Si señor. Serían siete cincuenta por los minis y ochenta por el café. —respondió con seguridad.
—Entonces, ¿sería capaz de explicarme el motivo de un precio tan exagerado? ¿por qué no me avisó antes de ese detalle? —la taza a medio camino entre su plato y mi boca, sin lograr decidir si darle un sorbo a semejante «joya» antes de que se enfriara o rechazar definitivamente la degustación de la supuesta delicatessen.
—Verá usted, es un café muy especial del que sólo se consiguen unos 450 kilos cada año en todo el mundo y además deben darse unas condiciones especialísimas para su recolección. Por eso es tan exclusivo y tiene ese precio.
—Vale, otra vez ha captado mi atención. Deme más detalles. —dije mientras comencé a acercarme lentamente la taza.
—Es que el café es la comida preferida de las civetas, que como usted sabrá son como mapaches escuchimizados pero de la India o de por ahí, que se ponen moradas comiéndose los granos maduros y al poco tiempo los cagan a medio digerir —en ese instante, justo a punto de que rozara mis labios, detuve el recorrido de la taza y la hice retroceder con rapidez hasta el plato—. Se ve que los recolectores van todo el día detrás de ellas recogiendo los excrementos frescos del suelo para empaquetarlos en sacos y venderlos a los tostaderos y las cafeterías. Precisamente esta mañana muy temprano, justo antes de amasar los croissants, separé los granos a mano y los tosté sólo un poquito para que mis clientes pudieran hoy disfrutar de ese sabor tan espectacular que… ¡Señor, ¿dónde va? ¿No se termina su café? Al menos llévese los croissants para comerlos por el camino!…
Un impetuoso borborigmo procedente de mis tripas vacías se encargó de contestarle y justificar el sinpa.
A ver cómo sale esto de contaros un cuento… 😬🤦🏼♂️ ¡Allá va!
Sigue leyendo «El nacimiento de la col (un cuento de Rubén Darío)»En mi empeño por seguir practicando la escritura, aunque sea a través de un teclado para poder publicarla en estos extraños espacios de lo telemático, y con el fin y ánimo de obligarme a aprender a pensar a modo de esforzado aprendizaje, se me ha ocurrido hacerlo sobre algo que nos estamos comiendo desde hace décadas, pero que ahora, con una nueva guerra monstruosa en curso, ya lo vamos notando en carne viva: la desinformación, el bulo, la manipulación, la confusión que conduce al rencor y la ira.
Sigue leyendo «Bulos y otros juegos del despiste»Esta semana he visto “Druk”, conocida aquí como “Otra ronda”, excelente y controvertida película danesa dirigida en 2020 por Thomas Virterberg y con una soberbia interpretación de Mads Mikkelsen.
Sigue leyendo «Hipótesis de Skårderud»Que dice el señor de la “Meta”, esa fabulosa invención empresarial a la que Wall Street sancionó la semana pasada haciéndola perder de una tacada 230.000 millones de dólares, que si no modificamos nuestras leyes europeas a su gloria y beneficio permitiéndole trajinar nuestros datos y “oler” en nuestras vidas ciudadanas de viejo continente, nos castigará dejándonos cara a la pared sin Facebook ni Instagram.
Y los huevos de cemento, industrial, eso sí.
Por cierto, excelente la imagen destacada, recogida en QueNube, que me recuerda a un virus.
Me divierte sexualizar las conversaciones, cruzar frases con doble filo en un vano intento de acariciar suavemente con la yema del dedo corazón el envoltorio impulsivo de la contertulia ocasional, y lo hago tanto y con tal énfasis que si Sigmund y yo hubiésemos coincidido en el espacio y el tiempo, estos detalles psicológicos se lo habrían hecho pasar mejor que Boris en las reuniones de trabajo de Downing Street, esas en las que el espantajo rubio arrima la cebolleta con absoluta fruición a una jedi bailona que, espada láser en ristre (fundamental) le ofrece obsequiosa su culo… aunque finalmente el austríaco me diagnosticara algún tipo de neurosis fundamentada en una insensata barbaridad.
Pero no soy hábil en tales eventualidades del intelecto, reconozco mi torpeza e ineptitud en dicho campo y por eso a veces me tienta esforzarme en acallar mis pulsiones… pero después recapacito y llego a la conclusión de que sería una barbaridad negarme a la experiencia y la sabiduría del refranero cuando expresa eso tan conocido de «A lo hecho, teta».
Pd.: Y a todo esto, ¿a cuánto cotizará ahora la restregadura de cebolleta durante reunión de trabajo en el FTSE 100 londinense?
Pensaba yo que las aves apretaban el culo al volar; no sé, supongo que por el esfuerzo de batir las alas para mantenerse en vilo sin caer a tierra o porque la sóla posibilidad de derrumbarse a plomo en pleno vuelo les haga estrujar la cloaca al límite.
Sigue leyendo ««Del lado oscuro el velo ha caído» (Yoda a Obi-Wan Kenobi en El ataque de los clones)»El odio, nuevo tema post rock instrumental de los madrileños Toundra, convertido en vídeo clip. Me parece fabuloso que aquí, en España, se hagan cosas así, piezas que en nada envidian a las cacareadas obras anglosajonas o estadounidenses. ¡Hurra por Toundra!
Hola. Buenos dias. Espero que los magos hayan sido buenos con todos vosotros. Yo os traigo mi evento habitual de esta fecha, que he ampliado en respuesta a algunas solicitudes a las que no me he podido negar, por el cariño que guardo a las solicitantes . Ahí va la cosa:
Tras saltar de año, después de las principales fiestas con sus insalvables comilonas adláteres, con sus despiadadas sesiones culinarias y sus insoportables esfuerzos higiénicos, logré sobrevivir con sólo 469 gramos de más respecto al inicio de los festejos… 69… ese número de inexplicable memoria recurrente… 🙄
Sigue leyendo «Decibelios en fiesta.»¡Alucina, Maripili! Resulta que un equipo de científicos de la University of Liverpool se ha unido a otro equipo de la Liverpool John Moores University para lograr «desfacer» el eterno entuerto que con su actitud provocan los felinos domésticos, los gatos de toda la vida, esos pequeños maquiavelos que a veces ponen los pelos de punta a sus dueñas cuando al despertar los encuentran observándolas con atención y se preguntan ¿cuanto tiempo llevaba ahí mirándome fijamente y sin pestañear?, ¿qué estará tramando ese taimado cerebro? 😳
Sigue leyendo «El psicópata que te ronda»Mucho llevamos perdido desde que llegó el XXI, pasos atrás que recuperaremos difícil, aunque no imposiblemente si hay empeño.
Sigue leyendo «Lo que perdimos con el siglo»Poesía, cuentos infantiles y relatos de Neus Bonet i Sala
Hablamos de todo lo que nos inspira la música
Isabel F. Bernaldo de Quirós Blog literario y de fotografía
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Nunca se sabe cuándo una canción va a formar parte de tu memoria. Canciones robadas al tiempo que permanecen vivas, dispuestas a acompañarte, a reír y llorar contigo. En el fondo son buenas amigas y compañeras de viaje. De las que nunca fallan. A todas ellas mi gratitud infinita.
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Soy un reflejo de mis historias, si no escribiera sería una sombra de mi misma
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Rincón para los lectores y buscadores de lo fantástico
"Y si leo, si compro libros y los devoro, no es por un placer intelectual —yo no tengo placeres, sólo tengo hambre y sed— ni por un deseo de conocimientos sino por una astucia inconsciente que recién ahora descubro: coleccionar palabras, prenderlas en mí como si ellas fueran harapos y yo un clavo, dejarlas en mi inconsciente, como quien no quiere la cosa, y despertar, en la mañana espantosa, para encontrar a mi lado un poema ya hecho."
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